Monday, 23 April 2018 06:00

Jean Baudrillard 1

El futuro de una ilusión: acción artística, comunicación, patafísica.
in ”Archipiélago” n. 79, diciembre 2007,  Jean Baudrillard: Desafío a lo real   

    1. Arte como acción mágico-ritual.

Una de las nociones clave en torno a las cuales gira el pensamiento de Jean Baudrillard es la de ilusión: en efecto, ésta no sólo define su idea acerca del arte, sino que constituye un tema recurrente alrededor del cual se desarrollan muchas de las reflexiones baudrillardianas sobre la sociedad actual y su porvenir . Nos será útil sin embargo clarificar en seguida qué es lo que entiende Baudrillard por ilusión. Tal palabra, de hecho, puede comprenderse de dos modos bien diferentes entre sí: en un sentido metafísico-cognitivo, es una palabra que suena como lo contrario de la realidad y la verdad; en un sentido estético-psicológico, en cambio, suena como lo contrario del desencanto y la desilusión. La interpretación del pensamiento de Baudrillard se configurará por consiguiente de manera muy distinta dependiendo de si subrayamos el primer o el segundo aspecto del término ilusión.
   
Si se privilegia la primera acepción, el pensamiento de Baudrillard adquiere una coloratura escéptico-nihilista no lejana de algunas de las tendencias de la filosofía italiana contemporánea: de hecho, presentaría cierta consonancia tanto con el ”pensamiento débil” de Gianni Vattimo (con el cual comparte su radical rechazo de la metafísica y de la ética), como con ese filón de cultura filosófica caracterizada por el catastrofismo vitalista, que va en italia desde Pirandello hasta Giorgio Colli y Giorgio Agamben.

Sin embargo semejantes paralelismos resultan, en mi opinión, tan desorientadores como 11añosos, puesto que aquello que le interesa a Baudrillard no es el problema del conocimiento (dentro del cual se mueve la filosofía de Vattimo) ni el énfasis vitalista (que embebe a los filósofos italianos de lo sublime). El sentido en que él entiende la palabra ilusión es un sentido estético y no metafísico-cognoscitivo. Pero también sobre este punto es preciso señalar algunas distinciones y despejar el terreno de ciertos equívocos posibles.
    
La idea de que el arte es una ilusión se enuncia vehementemente en uno de los más importantes libros de Baudrillard, Las estrategias fatales (1983). Allí escribe:

Para que una cosa t11a un sentido, hace falta una escena, y para que haya una escena, hace falta una ilusión, un mínimo de ilusión, de movimiento imaginario, de reto a lo real, que os implique, que os seduzca, que os repugne. Sin esta dimensión propiamente estética, mítica, lúdica, no hay ni siquiera escena de lo político, en la cual algo pueda convertirse en evento.

El lugar por excelencia de tal ilusión estética es el arte, al cual por ello se le reconoce una grandísima importancia en la experiencia histórica del pasado, hasta el punto de hacerlo coincidir con la cultura: ”La única soberanía posible se da en el dominio de las apariencias, la única complicidad posible se encuentra en la participación colectiva en la ilusión y en el secreto” . Al arte como ilusión se le reconoce así un valor altamente positivo, en un sentido sin embargo muy diverso del modo en el cual esa misma problemática fue abordada por la estética del siglo XVIII: para Jean Baptiste Du Bos, por ejemplo, el arte agrada sin precisar del soporte de la ilusión, la cual es solamente una parte de placer que nos procura lo artístico y, por lo demás, no siempre, sino muy de cuando en cuando . Más cercana a Baudrillard me parece la idea de Nietzsche, según la cual el conocimiento mata la acción porque para actuar hace falta estar envueltos en la ilusión ; no obstante, para Nietzsche la ilusión es algo propio de la esfera apolínea, que se halla vinculada con el sueño y con la contemplación . Según él, en la polaridad entre apolíneo y dionisiaco que caracteriza la experiencia artística, es este último el que acabará primando; ahora bien, contrariamente a lo apolíneo, lo dionisiaco tenderá a la aniquilación del mundo visible de la ilusión.

En una entrevista con Catherine Francblin publicada en ”Art Press”, Baudrillard afirma poseer un punto di vista antropológico sobre el arte . Es por lo tanto en esta dirección en la que deberá profundizarse su idea del arte como ilusión. Curiosamente, la palabra ilusión (que procede del latín illusio) no cuenta en griego antiguo con una equivalencia precisa. Los términos de la retórica que más se le aproximan son διασυρμος o bien χλευασμος: el primero quiere decir ”escarnio” y traduce uno de los significados de illusio; el segundo tiene más o menos el mismo significado pero entendido en un sentido más débil, como ”chanza” o ”impertinencia”. Si por el contrario buscamos en griego un equivalente a la noción moderna de ”ilusión”, nos encontraremos con palabras que remiten a la idea de apariencia, y que por lo tanto trasladan el asunto hacia un campo conceptual de tipo metafísico-cognoscitivo que, como ya hemos visto, resulta ajeno al punto de vista de Baudrillard.

Es precisamente al interrogarnos sobre la etimología de illusio cuando podremos llegar a resultados esclarecedores. Illusio viene de ludus, que significa un juego con acciones, opuesto a iocus, que significa un juego con las palabras, esto es, una chanza. Se trata por tanto de una palabra que hunde sus raíces en cierta clase de pensamiento típica de la latinidad arcaica, la cual otorga un privilegio a la acción, es más, a un particular tipo de acción ritual, dotada de efectividad práctica. La palabra ludus fue utilizada por los romanos, en su sentido profano, en cinco acepciones fundamentales: juego, befa, 11año, seducción, escuela. Todas ellas tienen en común el hecho de designar acciones que se separan de la estática vida cotidiana . Pero por detrás de estos usos profanos se encuentra el uso mágico-sagrado del término, que señala un gran número de fiestas (probablemente de origen etrusco) orientadas a reactivar la naturaleza o a devolver energía a los muertos. Tales fiestas se llevaban a cabo según un ceremonial tan riguroso que cualquier error cometido durante la celebración conducía a una repetición total o parcial de la misma . A través del estudio de la etimología de illusio se termina uno topando, por consiguiente, con la clave de la mentalidad romana, la cual gira en torno a la experiencia del rito entendido como una acción dotada de efectividad y obligatoriedad jurídica .

Es este el sentido que Baudrillard atribuye a la ilusión artística: ”Ilusión en el sentido literal de iniciación a la regla, a una convención superior que ordena un planteamiento distinto que el de lo real” . Para Baudrillard la ilusión del arte no es un sueño, un 11año, un espejismo o una utopía, sino que equivale al ingreso en una dimensión no usual, no cotidiana, no estática. Así, escribe:

Es para salvar la ilusión [...] para lo que, en el curso de los siglos, se ha trabajado en lo que llamamos arte, teatro, l11uaje. En este sentido, tales instancias han conservado algo de la ceremonia y del rito en la violencia que éstos imprimen a lo real. Es en el arte donde se ha preservado algo de la potencia ceremonial e iniciática [...]. Allí es donde se ha conservado una estrategia para dominar las apariciones y las desapariciones, y en particular para dominar sacrificialmente el eclipse de lo real” .

Nos hallamos por lo tanto muy lejos del juego entendido como recreación, loisir o distracción; la idea que Baudrillard tiene del arte como ilusión es si acaso próxima a la concepción antropológica del arte como magia. Lo que a Baudrillard le impresiona es la potencia de la ilusión que logra irrumpir en lo real y, de algún modo, ocupar su lugar, sin identificarse empero con ello.

Acercar el arte a la magia no es una novedad en el pensamiento estético del siglo XX. Cabe detectar un desarrollo notable de esta misma idea en un pensador que parecería no sólo extraño, sino incluso totalmente opuesto a Baudrillard: estoy pensando en el filósofo húngaro György Lukács, autor de una gran Estética en la cual precisamente se muestra la génesis de las categorías estéticas a partir de la magia . Sin embargo, no es una casualidad que para ambos ”la cosa” que hay que pensar no sea el conocimiento, sino la acción. Me doy perfecta cuenta de que este paralelismo podría irritar al público (y tal vez también a Baudrillard). No obstante, hay otros elementos que aproximan a estos dos pensadores: al igual que Lukács intentó salvar la gran tradición estética alemana (de Goethe en adelante) en el seno del despotismo comunista, así también Baudrillard se ha esforzado por salvar la gran tradición estética francesa (de Baudelaire en adelante) en el seno del despotismo comunicativo. Y, en tercer lugar, lo cierto es que ambos combatieron el naturalismo, es decir, aquella poética que pretende anular toda distancia crítica con respecto a los hechos y que considera el arte como una mera reproducción de la realidad. Traducción de Miguel Ángel Quintana Paz
 
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